Lo sé, soy la peor blogger del planeta, casi un mes sin
postear y esto ya parecía muerto. Y no es porque no haya nada que contar porque cada día surge una cosa nueva, mi cabeza no puede más de tanta anécdota ya sea causante de risa o llanto, y la actualidad no se queda atrás.
Es sólo que no me he tomado el tiempo para hacer lo que ahora hago. Y no es porque necesite de 40 horas y cinco brazos para convivir con números y sistemas económicos, es sólo que no me he dado el tiempo entre las lecturas, el
Transantiago, analizar hechos, más lecturas, más
transantiago y analizar más hechos. Sí, mi organigrama de vida es un fracaso.
¿Por qué ahora me doy el tiempo?, de partida porque ya no hay más que leer (tras la masacre de Historia Contemporánea que acabó hoy) hasta que me dé el síndrome de la estudiante responsable (ése de la era
Preu) y me acuerde de Medios y Ciencias en Semana Santa, cosa que el tiempo no me atrape desprevenida. Más aún si ando cual Perico, recorriendo la zona oriente de
Santiago cinco veces por semana y últimamente me está costando concentrarme para leer y con mayor ímpetu si las cosas se están complicando porque hago que cueste leer
concentrádamente. -Son esas las cosas que le debo con creces a este espacio hoy en día y que el año pasado tanto le agradecí. Algún día me pondré las pilas de verdad, tengo el mejor guión original atrapado en el sistema nervioso central y un canciller confabulado con un directorio de
TVN para evitar su transcripción-.
Pero lo cierto es que en este momento me siento al igual que la ciudad de Santiago en pleno junio después de un día de lluvia: limpia. Más que limpia, libre. Y sé que no soy el único ser que piensa así ahora. Historia, sus fotocopias, más las dificultades anteriormente mencionadas ya me estaban traumatizando. Por eso ahora que la prueba se acabó y que la única nubosidad fue el organigrama político de la Rusia Zarista, me siento con un peso menos encima. Sé que hay uno más pesado que me persigue y lo seguirá haciendo, pero qué importa ya no tengo que leer para mañana y mis compañeros me eligieron como su delegada ante el
Cecom, qué importa el resto.
¿Quién quiere la época autista
Cervellina cuando un grupo de excepcionales personas que conoces hace casi un mes te apoyaron y te creyeron capaz de algo?. Aquí podría ir perfectamente la frase del comercial de
Mastercard, pero en ves de eso va mi agradecimiento y la mención honrosa a mi jefe de campaña y los que repartieron
afiches e hicieron campaña, tarde aparecimos, pero aparecimos.
Me importa un rábano si me metí en la pata de los caballos, mejor amiga salvadora en situaciones de extrema gravedad, esto se siente muy bien y hay que sólo disfrutarlo.
Jacinta
Molina I.
Delegada de 1º Año de los futuros Licenciados en Comunicación Social por el Partido
Sexotérico.